sábado, 10 de mayo de 2014

El regalo que nadie puede hacer

Puedo sentirme Dios si escribo en nuevo verso
Pero dime, ¿quién soy yo en proporción al universo?

Mi arrogancia no es nada nuevo, ni nada malo. Ella me ha permitido intentar proporcionarte algo que no puedo darte. Algo que aún sabiendo que no puedo proporcionarte sigo obstinado en darte.
Pues lo imposible es una categoría más.

Aficionado a los puzzles busca chica misteriosa.

Creyó tener el corazón de porcelana fina

cuando lo vió tenía un aspecto más similar a la ceniza. 

Parece necesitar una capa fresca de pintura.

El autor busca en el crítico una comprensión o un asentimiento al que el condicionado lector no puede acceder. ¿Para qué escribir las penas si no para que alguien apropiado se compadezca de ellas, las entienda, las comparta e intente solucionarlas? Puedes intentar odiarme por saber lo que odias, o quizás por ignorarlo. Ni siquiera yo sé en qué medida lo sé y en qué medida lo ignoro.

Ni siquiera sé en qué medida te odio.

No lo sé, no me explico por qué sigo escribiendo. No me explico por qué sigo cavando mi propio pozo. La tierra sangra en cada palada, pero eso no me detiene. Parece motivarme.

En mi azotea la autodestrucción y la masturbación también tuvieron un acalorado debate. Pero mi decisión estaba clara desde el principio. Pues las pajas siempre me han sabido a poco.

Es en mis heridas donde brotan las más bellas flores que soy capaz de concebir.


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